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Felipe el Apóstol
—Me alegro que hayas venido aquí.
»¿Recuerdas que en este lugar, cuando Vladimir te trajo, pudiste por primera vez ver a Jesús con los ojos del alma y recibiste Su bendición para seguir esforzándote? Tú estabas en el principio del Camino a Dios Padre.
—¡Lo recuerdo… recuerdo hasta los detalles!
»Felipe, cuéntanos cómo Tú viste a Jesús por primera vez.
—Bueno.
»Nosotros en aquel entonces estábamos esperando durante mucho tiempo el advenimiento del Mesías.
»Un día Mi hermana entró corriendo en la casa y dijo:
»—¡Felipe, Él ha venido!
»Ella no podía decir nada más.
»Muchas personas se dirigieron a un espacio abierto, fuera del pueblo, donde Él quiso hablar.
»Había mucha gente, pero no había algarabía habitual y agitación; todos estaban esperando.
»De repente, cayó el silencio transparente y sorprendente.
»Y Jesús empezó a hablar.
»Él estaba hablando en voz baja, pero ésta parecía que no sonaba fuera, sino dentro de cada uno de los que Lo escuchaban. Y por más lejos que estaban las personas, todos podían oír cada una de Sus palabras.
»Después Yo muchas veces experimentaba ese estado asombroso cuando Jesús sumergía a todos los oyentes en Él Mismo como Conciencia y conversaba con cada alma como si estuvieran a solas, por más personas que estaban alrededor. Y cada uno sabía que Jesús le hablaba precisamente a él mismo.
»Cuando la prédica terminó, la gente abandonaba aquel lugar siendo colmada con lo que habían escuchado. Todos caminaban en silencio, como si estuvieran temiendo derramar aquello inestimable con lo cual Jesús había llenado las almas. Yo, en cambio, no podía irme, ya que mis pies como si se hubieran pegado a la tierra.
»No sabía cómo podía seguir viviendo sin Él. Todo lo que había hecho antes perdió su significado.
»Pero sólo Él podía enseñar lo que Él decía.
»Jesús se me acercó y me llamó por mi nombre como si me conociera. Luego preguntó si quiero seguirlo.
»Contesté:
»—¡Lo quiero, Señor! ¡Dondequiera que vayas, tómame Contigo!
»Jesús tocó mi hombro y dijo:
»—Vamos, puedes seguirme.
* * *
—Felipe, cuéntanos, por favor, ¿cómo Jesús enseñaba?
—Es difícil transmitirlo con palabras. ¡Jesús enseñaba con Su vida entera, con cada palabra y acto Suyo!
»¡Él “desnudaba” en nosotros lo que era imperfecto y decía que era necesario desarraigar las propias imperfecciones, puesto que es imposible acercarse al Padre sin convertirse en Luz Pura!
»Él enseñaba la meditación. Lo hacía sumergiéndonos en Sus estados, explicándonos cómo entrar en éstos y cómo mantenerlos por más duras que fuesen las condiciones en las cuales estuvieran nuestros cuerpos.
»Sea que Él encargara a uno de nosotros preparar un abrigo para la noche o reunir a la gente, sea que obrara los milagros Divinos en nuestra presencia, cada una de Sus palabras y actos cambiaban algo en aquellos que Lo escuchaban y Lo seguían.
»Desde aquel momento en que empezamos a seguir a Jesús, no tuvimos otra vida, salvo la vida con Él. ¡Cada uno de nosotros dejó todo lo que tenía en el mundo terrenal para seguir al Señor!
»No obstante, esto no fue suficiente para llegar a ser Uno con el Padre, como enseñaba Jesús. Cada uno de nosotros también debía abandonarse a “uno mismo”.
»Él no tenía mucho tiempo.
»Nosotros, Sus Apóstoles, tuvimos que finalizar nuestra autotransformación y alcanzar la Unión total con el Padre Celestial cuando estábamos yendo a diferentes países llevando Sus Enseñanzas a las personas. Con todo, Jesús siempre estaba con cada uno de nosotros.
—¿Quieres decir algo más, Felipe?
—Quisiera, pero no existen palabras en el mundo que puedan transmitirlo.
»Yo quisiera hablar del amor a Jesús, pero lo haré personalmente con cada uno de los que se dirijan a Mí.
»También quiero hablar del Corazón del Cristo. Muchas personas usan estas palabras sermoneando a los demás. Pero ¿entienden ellas mismas lo que dicen?
»¡El Corazón del Cristo es uno de los descubrimientos más importantes que puede hacer para sí un cristiano-buscador!
»¡El Corazón del Cristo es mayor que cualquier otra cosa con la que, siendo personas ordinarias, nos topamos en la vida!
»Por eso, solamente razonando, no es posible obtener ni siquiera una leve idea sobre este Corazón.
»¡Es el Corazón Que abraza todo con Su Amor! ¡Allí está la Fuente del Amor Ilimitado y del Poder vital! ¡Como un Gran Sol Infinito, este Corazón brilla debajo del mundo entero!
»¡Habiendo experimentado este Corazón, se puede experimentar realmente aquel Amor del Cristo con el cual Él iba a las personas!
»Sin embargo, sólo cuando experimentes este Corazón como tuyo, comprenderás, por fin, este Conocimiento en su totalidad.
»¡Por eso Yo digo: el deber de cada cristiano verdadero es anhelar convertirse en el Corazón del Cristo para asemejarse verdaderamente a Él!
»¡Estoy dispuesto a ayudar a todos los que buscan a Jesús, a todos los que buscan al Padre!
»¡Jesús y muchos otros Hijos e Hijas del Único Padre dieron vida a esas obras suyas que crearán una nueva primavera espiritual en el planeta Tierra! ¡Todos Nosotros estamos alegres por el hecho de que podamos brindarles Nuestra ayuda!
Meditación Cruz
¡La Cruz de Jesús
es la entrada en la Morada del Padre!
Detrás de esta Cruz, detrás de tu espalda
existe un pasaje a los Cielos!
El corazón de Jesús está allí:
¡detrás de las Alas de la Cruz!
El Corazón de Jesús ha abierto
la entrada en la Morada del Creador!
¡Pase lo que pase contigo,
recuerda que la Cortina que se rasgó en dos
siempre está detrás de tu espalda!
¡Es un pasaje a la Casa!
¡En la Cámara Nupcial,
está el Resplandor de la Luz del Creador!
¡Aquí los Hijos e Hijas conocen al Padre!
¡Aquí Todos son Uno Solo!
¡Aquí está la Luz Perfecta,
el Creador, el Fundamento del Todo!
¡Jesús abrió Consigo Mismo
este Camino Resplandeciente!
¡Él, como una Vid Viviente,
manifestó la Esencia Universal de Dios al mundo!
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