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Yamamuto
«Sobre mí, la belleza, debajo de mí, la belleza. Y cuando dejo mi cuerpo, también caminaré por el sendero de la belleza».
(De la sabiduría indígena)
—Yamamuto, ¿nos contarás como llegaste a ser Uno con el Padre?
—Mi Camino es parecido al Camino de Lao. Yo vine a la última vida terrenal ya conociendo la tranquilidad disolvente de la contemplación de lo bello. Esto fue la gran herencia de Mis antepasados japoneses.
»Yo podía “desaparecer”, “disolverme” y durante horas estar en la unión con la belleza de las sakuras florecientes, experimentando, como conciencia, cada flor, cada estambre, cada pétalo blanco-rosado semitransparente, iluminado con la luz del sol. ¡Yo sentía entonces el gran éxtasis! ¡La exaltación se convertía en la tranquilidad y el momento en la eternidad!
»¡La belleza es propia para lo eterno! En esa corriente de la belleza eterna Me convertía en los chorros de los arroyos transparentes, en la tranquilidad de las piedras calentadas con el sol, en el azul infinito del cielo y en las crestas espumosas de las olas, como en los grabados japoneses, inmóviles en su movimiento interminable.
»Yo podía experimentar la dicha de una hierbecilla que fue ondeada ligeramente por la respiración cálida del viento y que aspiraba la luz solar. O podía subir junto con el sol sobre la tranquilidad del océano.
»Así vivía Yo antes de empezar a dominar las meditaciones en ese enorme sitio de poder en Nueva Zelandia sobre el cual ya les había contado. Este lugar era semejante a un volcán con un cráter de muchos kilómetros. Al principio lo percibía como una abertura, despeñadero, precipicio que se abría en la Luz Viviente infinita.
»Yo venía y saltaba en esa Luz. Y aprendía a ser Ella.
»Cada vez Me sumergía más en la Luz y cada vez podía permanecer allí por más tiempo. En cierto momento llegué a ser esta Luz, así mismo como antes lograba llegar a ser la belleza.
»Me experimenté como un Árbol gigante en florecimiento. Toda la belleza del mundo estaba floreciendo en sus ramas y el tronco era el paso a la Infinidad del Océano de Luz, el Fundamento de Todo. A través de las raíces del Árbol todas las vidas fueron nutridas.
»Yo comencé a sumergirme bajo las raíces de este Árbol, en el Fundamento, y preguntaba:
»—¿La Gran Luz, de la Cual todo fue formado, cómo creas la belleza?
»Ella no contestaba, pero llamaba a sumergirse más en Ella.
»¡Yo venía una y otra vez hasta que llegué a ser Ella en la éxtasis perpetua que se convirtió en la Tranquilidad y la eternidad de Amor!
»Y entonces encontré la respuesta a Mi pregunta, porque Yamamuto se convirtió en el Océano infinito.
»Y dentro de Yamamuto seguía viviendo la belleza de las sakuras cubiertas de las flores, la transparencia de los chorros que fluían lentamente, el azul del cielo, las crestas espumosas de las olas, la hierbecilla que aspiraba la luz solar y el sol que subía sobre la tranquilidad del océano.
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