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Juanito
Es un día tranquilo y soleado. Estamos en la orilla del mar. De repente, percibimos a un Mahadoble de un Maestro Divino desconocido por nosotros. Como siempre, tratamos de conocerle y Le preguntamos Su nombre. Él no quiere decirlo objetando:
—¿Qué importancia tiene esto? ¿Acaso es esencial?
Pero luego cede:
—Mi nombre es Juanito. Yo era el jefe de una tribu pequeña en México en Mi última encarnación en la cual conocí al Creador.
—¿Cuándo sucedió esto? ¿Durante la Conquista?
—No, antes de la Conquista.
»Era una tribu de los exploradores del nagual. Vivíamos de tal manera que los indignos eran expulsados de la tribu y los dignos, en cambio, eran invitados de todas partes, incluso de otras tribus. ¡Este era el tipo de Escuela espiritual “tribal” que teníamos! Nuestro “clan” siempre constaba de 100-200 discípulos aproximadamente.
»Luego empezó la Conquista y todos nosotros fuimos fusilados.
»¡Yo sobreviví y estoy contigo y con todos ustedes!
—¿Has estado con nosotros antes?
—Sí, cada vez que ustedes se encontraban con Don Juan, Yo estaba cerca. ¡Me gustan especialmente estos lugares!
—¿Y México?
—No, allí no quedaron tales personas.
»¡Pero aquí contemplo las salidas y puestas del sol durante cada día claro y sueño que cualquier persona, proveniente de cualquier parte de la Tierra, pueda venir aquí y desarrollarse espiritualmente!
Le pedimos a Juanito decirnos qué es lo más importante para nosotros actualmente en Su opinión.
Él muestra la meditación «Sombrero de Juanito» y, riendo, añade:
—¡Miren más a la Libertad! ¡Deben mirar adelante, a la Libertad!
»Comprendan que Yo siempre Me mantengo como soy independientemente de las condiciones que se forman en el plano material. ¡Ustedes también deben aprenderlo! Deben ser Yo independientemente del curso de las cosas a su alrededor.
»El arte de actuar del guerrero espiritual consiste en que, incluso permaneciendo en condiciones desfavorables, el guerrero nunca se une con éstas, sino que siempre se mantiene como es. ¡No son los sitios de poder en la superficie de la Tierra los que deben dictarte quién eres, sino que debes mantenerte como aquel que decidiste ser independientemente de la energía del ambiente y de otras influencias!
—¡Juanito, por favor, cuéntanos sobre Tu Camino hacia el Creador, sobre Tu tribu que trasmitía, de generación en generación, el conocimiento sobre los métodos espirituales que permiten conocer a Dios! ¿Cómo era el proceso de aprendizaje? ¿Cómo ayudaban a los demás?
Juanito sonríe. Sonríe con toda la Tranquilidad de la Conciencia Que nos envuelve suavemente. Desde esta Tranquilidad transparente empiezan a aparecer las imágenes y fluir las palabras:
Al amparo caluroso y espeso de la noche, está ardiendo un fuego. Un joven jefe indígena está sentado inmóvil, mirando el fuego no con los ojos del cuerpo, sino con los del alma. Nada perturba el silencio, salvo el chisporrotear suave de la leña y las voces distantes de las aves desconocidas.
—Cada miembro de la tribu aprendía a ser «invisible» —comenzó Su narración Juanito—. Esto se lograba a través de los métodos de la reciprocidad total, los cuales dominábamos gradualmente. (Claro que los llamábamos con otras palabras). Para hacerse «invisible», el discípulo debía, manteniendo una profunda tranquilidad interior, aprender a unirse con el espacio circundante. Naturalmente, es imposible hacerlo «viviendo en la cabeza»; es posible disolverse y unirse siempre y cuando estés en la «burbuja baja de percepción».
»Un discípulo podía pasar horas adquiriendo la facultad de unirse con piedras y rocas. Durante esta práctica, la tranquilidad de las montañas, la imperturbabilidad e inmovilidad de los peñascos se convertían en una experiencia existencial del alma y, por ende, luego era casi imposible notar el cuerpo de esta persona mirándolo desde alguna distancia.
»Luego solíamos hacer lo mismo con los árboles, con el bosque entero… Abrazando el espacio con la conciencia, el discípulo desaparecía; su cuerpo se unía con el mundo circundante y ya no se distinguía.
»La permanencia en la tranquilidad-unión nos enseñaba a amar. Nosotros no tuvimos técnicas especiales para abrir el corazón espiritual, pero tuvimos el conocimiento de que el espíritu del ser humano está en el centro, allí donde se originan el ritmo de su corazón y la respiración.
»Después era necesario aprender a moverse manteniendo esta tranquilidad. Nosotros imitábamos a los animales cuyos movimientos son muy suaves y fluidos y tratamos de desarrollar la facultad de parecernos a ellos, es decir, movernos suavemente como ellos, escuchar y percibir con la conciencia el espacio circundante, enviar y recibir señales a la distancia y así sucesivamente. Si uno, como conciencia, permanece en la “burbuja baja de percepción” e intenta ver aquello que desde una dada distancia puede ver sólo un águila, gradualmente adquiere la facultad de ver con la conciencia, ver aquello que es invisible para un ojo ordinario.
»Luego los dignos pasaban a través de una iniciación y se convertían en jefes jóvenes, preceptores para los principiantes. Esto implicaba también que debían aprender a experimentar a sus discípulos tan claramente como a sí mismos y cultivar el amor-cuidado por ellos. Al mismo tiempo, los jefes jóvenes desarrollaban la facultad de percibir a los Jefes Superiores y al Jefe Primordial, Quien es el Gran Poder y la Voluntad Suprema.
»También eran enseñados a ver y a escuchar dentro del espacio del Espíritu.
»El ver, en este caso, significa percibir con la conciencia, lo que te da el conocimiento y la comprensión de la esencia de aquello que ves y oyes.
»De esta manera, paulatinamente, los discípulos desarrollaban la percepción directa de Dios, y luego todo se volvía muy fácil, como fue en el caso de ustedes. Los métodos de las etapas finales del Camino no difieren mucho entre sí en las diversas Escuelas espirituales verdaderas, sólo que las denominaciones de las técnicas corresponden al lenguaje de los iniciados. La facultad de disolverse y de ser aquello con lo que te unes daba resultados asombrosos en aquellas etapas, y el traslado de la conciencia al mundo del Espíritu, al mundo del Poder, era logrado fácilmente.
»Así sucedía la trasmigración de las conciencias a los mundos del Espíritu Santo y después a la Morada del Creador. Y Todos Quienes alcanzaban esta Libertad se convertían en Guías capaces de llevar allí a los demás.
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