Divine Teachrs — about Themselves

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El Gran Maestro del sufismo

Nuestro grupo está visitando un lugar localizado entre dos arroyos limpios forestales en un bosque de abedules. A lo largo de estos arroyos están los arbustos de sauce muy espesos y poco penetrables. El abedular está saturado con el aroma húmedo de la mañana otoñal y con el perfume de los abedules.

Encendemos una hoguera de las ramas secas y los troncos caídos. La fragancia del humo intensifica aún más la sensación de la comodidad tierna del bosque.

Salvo nosotros, no hay muchas personas que visiten este lugar. Sin embargo, está habitado por las becadas* y las agachadizas* que reclaman masivamente en la primavera. En el invierno uno puede encontrar aquí las huellas de las liebres, de los jabalíes y de los zorros. A lo largo de las orillas del arroyo más grande, uno puede ver las huellas de los dientes de los castores sobre los árboles.

Pero hoy nosotros no venimos para encontrarnos con éstos, sino con un Maestro Divino, Que se llama Sufi Gran Maestro, el Gran Maestro del Sufismo.

Él dice que fue uno de los fundadores del islam, el creador de su rama principal —el sufismo—. En el primer siglo del calendario musulmán, viviendo en Arabia, Él aceptó totalmente la Enseñanza sobre Dios anotada por el profeta Mahoma y la cumplió.

—Yo conocí a Alá* y Me convertí en Su Parte Integrante. En este sentido, Yo soy Alá, —dice Él sobre Él Mismo.

Y esto en realidad es así: la Conciencia del Gran Maestro sale grandiosamente de la Morada del Creador, estando firmemente conectado con Él.

Dentro del Mahadoble del Gran Maestro está la sutileza Divina de la energética del espacio. Éste es uno de los sitios de poder maravillosos para limpiar los chakras y meridianos, para la «cristalización» de la conciencia y para la Unión subsiguiente de ésta con el Creador.

La Ternura de Alá predomina aquí.

Nosotros naturalmente Le pedimos relatar sobre los métodos cuales Él usaba para lograr la Divinidad y cuales transmitía después a Sus discípulos.

Él comienza Su narración:

—Mi Camino es el Camino del Corazón. Alá Me lo enseñó. Yo acepté este Camino, lo desarrollaba y transmitía a los demás bajo la guía de Alá.

»El Camino del Corazón es comprender de los principios del Amor y del Silencio.

»Él Me enseñaba exactamente a escuchar el Silencio.

»Primeramente uno tenía que aprender a escuchar algunos sonidos que existen a su alrededor: el susurro del viento, el sonido de las olas del mar, los gorjeos de los pájaros, el crepitar de una hoguera… Y luego uno podía empezar a escuchar el silencio.

»Yo llegué a saber entonces que todos los sonidos del mundo son limitados y fugaces. Pero el silencio es omnipresente y eterno. Debajo de todos los sonidos que existen en el universo, se extiende infinitamente el Gran Silencio.

»Yo podía durante horas escuchar los sonidos del mundo, bellos y diversos, y después Me “relajaba” y “caía” en el silencio. Allí Yo comenzaba a ver todo claro. Podía ver la transparencia clara del silencio. Podía nadar allí libre y pacíficamente, sumergiéndome en sus Profundidades. Y, gradualmente, el Gran Silencio se convirtió en Mi casa.

»Desde allí, Yo vi como el Gran Silencio creaba todos los sonidos del mundo. Vi como su aliento llena desde adentro todas las formas de vida, y éstas sonaban como un coro armonizado de varios instrumentos musicales. Los sonidos, como flores, se abrían por un momento en la eternidad del Gran Silencio.

—¿Por qué Tú escuchabas el mundo? ¿Naciste ciego?

— Podría haber sido una bonita historia, pero no, Yo podía ver. Simplemente, algunos nacen siendo pintores; otros, músicos. Algunos ven, otros oyen el mundo. Yo lo oía.

»A propósito, para los principiantes es más beneficioso escuchar el espacio circundante. Porque escuchando, puedes abarcar un volumen más grande, puedes incluso oír lo que no se puede ver.

»El que aprende a escuchar, un día podrá convertirse en el Maestro del Silencio.

»El silencio da tranquilidad.

»El silencio tiene a llenarse de ti.

»El silencio, después de estudiarlo y conocerlo, resulta ser lleno de ti y de Dios.

»A través de este método Alá propone conocerle a Él.

—Pero Tú no tomas en consideración un punto esencial: no hay que escuchar el silencio con las orejas que están en la cabeza, sino con el oído del corazón espiritual.

—Sí, lo entiendes correctamente. Pero Yo dije esto al principio de nuestra conversación.

»En efecto, Yo desarrollaba el chakra anahata antes de la encarnación entre los árabes. Era uno de los primeros cristianos-hesicastas*. Y estaba aprendiendo a escuchar el silencio en aquel entonces.

»Es más, dado que antes de Mi encarnación entre los árabes, Yo había sido un alma suficientemente desarrollada, Yo Mismo pude escoger dónde encarnarme. Entonces Me encarné en el territorio de un oasis, y no entre los nómadas-ganaderos.

»Los melocotoneros entre las palmeras, trigales y otros bienes terrenales de oasis Me permitieron, incluso, alimentarme adecuadamente. Y ésta es una de las condiciones necesarias para mantener y seguir desarrollando las mejores cualidades del alma. Cada uno de ustedes lo sabe muy bien, pues su Maestro había recibido esta información de Mí.

»Así empecé Yo Mi servicio en Arabia. En medio de sus vastos paisajes Yo tenía que crear otro foco espiritual en la Tierra.

»En el oeste las personas viven diferentemente que nosotros en Arabia. Allí la mayoría de la gente eran nómadas, libres y no atados a un paradero. Ellos pastaban el ganado y se mudaban con sus manadas de un lugar al otro. Este estilo de vida les hacía más libres comparando con las personas de tipo occidental. Ellos reconocieron cualquier autoridad con menos ganas; la misma idea de que el poder en la Tierra puede pertenecer a una cierta persona era extraña para ellos.

»Para hacerles escucharme, Yo tenía que despertar su interés, proponerles una idea que cautivaría sus mentes libres.

»Yo les cautivé con las ideas sobre la Justicia Superior. Les enseñaba a seguir el camino del bien hacia lo Supremo Que personifica la Justicia Superior.

»Lo Supremo es la fuente de todas los ideales, el origen de cada virtud. Lo Supremo no depende de nadie ni de nada; no está bajo poder de alguien, por eso, es la Fundación de la verdadera justicia.

»La Justicia Superior, enseñaba Yo, siempre triunfará. Aun cuando entre las personas ocurre la injusticia en alguna parte, ésta no durará para siempre. Lo Supremo le pondrá fin y juzgará lo que fue justo y lo que no.

»Lo Supremo brilla como el Sol, decía Yo. En Su Luz, todo necesariamente se presentará en su verdadera naturaleza. Por eso ningún ardid de las personas pueda ayudar a que la falsedad aparezca como la verdad en el momento de encontrarse en el juicio de lo Supremo.

»Yo enseñaba que no hay que vengarse de los ofensores, no hay que buscar al ladrón para castigarlo y devolver las cosas robadas. Enseñaba a no juzgar a los demás, porque tal juicio sería una ilusión de la justicia; pues, sólo lo Supremo puede juzgar justamente, y a su tiempo debido juzgará todo y a todos. Yo decía que ningún tribunal en la Tierra pueda juzgar en el nombre de lo Supremo, y ningún gobernante tenga el derecho a declarar que su tribunal es el tribunal de lo Supremo. Enseñaba a no reprobar a los otros y a no distraerse de la aspiración al conocimiento de lo Supremo, haciendo la venganza y las ofensas. El corazón justo desarrollado que aspira a lo Supremo puede percibir la Justicia Superior directamente, y entonces tal persona vivirá según Sus leyes y bajo Su amparo.

»Pero lo más secreto, que Yo explicaba en aquel entonces, y que únicamente abre las puertas a la Morada de Alá, era: lo qué es el chakra anahata, cómo dominarlo, desarrollarse en éste, cómo aprender a salir de éste para hallar la nueva Casa, la Morada de Alá. Todo esto tuve el honor de mostrarles a ustedes durante los años de participación en el trabajo de nuestra Escuela común, la Escuela de Alá, la Escuela del Creador. Y ahora su conocimiento —a través de sus cuerpos— Yo divulgo por el planeta entero.

—¿Podrías contarnos con más detalles sobre Tu niñez en Tu última encarnación? Esto será útil desde el punto de vista pedagógico: cómo educar a los niños con el fin de proveerles con las condiciones óptimas para el crecimiento en ellos de las cualidades más importantes en su avance evolutivo.

—Está bien, les cuento en detalle.

»Mi padre, cuando Yo era todavía muy chiquito, una vez Me llevo a un viaje con la caravana a la Meca. ¡Éstas fueron las impresiones más fuertes de Mi niñez! ¡La percepción del alma se despertó! ¡Y Yo no solamente empecé a mirar alrededor con los ojos de un niño, sino vi la Tierra como la Creación de Alá! ¡Desde aquel entonces, Alá se volvió una realidad para Mí!

»Una mañana nos paramos al borde de una meseta. ¡Desde allí se veía la Tierra entera, eso Me parecía a Mí! ¡Yo la vi a vista de pájaro!

»El sol estaba saliendo. Las caravanas abajo en la valle se veían como las figuras diminutas de las personas y camellos. Debajo de Mí volaron las bandadas de pájaros, dirigiéndose a lo lejos.

»¡Yo experimenté en aquel momento qué Grande es Aquel Que creó todos esto! Por primera vez, comprendí: “¡Alá es Grande! ¡No hay nadie superior a Él! Su Poder no tiene límites!”

»¡Alá, Quien creó este mundo, llenó Mi ser de la alegría maravillosa de experimentar un toque de Su Grandeza!

»¡Yo ensalcé a Alá, el Señor de los mundos!

»Viendo Mi devoción apasionada por Alá, que crecía de año en año, Mí padre Me envió a una de las primeras madrazas para estudiar.

»Esto no era solamente la educación religiosa. Tuve la oportunidad de recibir la herencia de la sabiduría árabe de muchos siglos.

»Cuando leía el Corán, a veces tenía la sensación de que Alá Mismo estuvo cerca, leyendo Conmigo y explicando el significado de cada palabra.

»Pero a veces simplemente leía, recorriendo las palabras con la vista, y no sentía Su presencia.

»Pregunté a los educadores:

»—¿Por qué es así?

»Ellos contestaron que esto depende de la voluntad de Alá.

»Entonces empecé a preguntar a Alá Mismo y a estudiarme. Y entendí que siempre y cuando Mi corazón esté lleno de amor a Alá, Él viene, se queda cerca, llenando Mi corazón con Él. ¡Y entonces las palabras del Corán suenan como los himnos Celestiales!

»¡Yo empecé a aprender a producir dentro de Mí un estado de éxtasis amoroso hacia Él, hacia el Señor de los mundos! ¡Al hacerlo, Mi pecho se llenaba del calor, y las lágrimas aparecían en Mis ojos! ¡Tan grande era la alegría de sentirlo, tan inmensa era la gratitud a Él por Su Amor, por lo que está Conmigo!

»Esta experiencia juvenil Me permitió después por primera vez crear el zikr: un método meditativo que produce un campo de amor y dispone a que todos los participantes perciban a Alá. Yo estudié sus mecanismos después; ¡pero en aquel momento, por primera vez en aquella encarnación sentí el poder de las meditaciones realizadas desde el corazón espiritual, y la Alegría de Alá empezó a vivir en Mi!

»Yo vine a aquella vida siendo una conciencia grande, “cristalizada”. Por eso, cuando leía o hablaba ante la gente, el efecto era grande: las personas se sumergían en el estado de amor y percibían a Dios. ¡Viendo este poder en Mí, Yo, después de completar la educación, fui a predicar la Enseñanza de Alá, sintiendo Su aprobación para este Camino! Yo predicaba y enseñaba lo que sabía en aquel entonces.

»Pero una vez sucedió una parada inesperada en este camino, la que Me enseñó mucho.

»Me encontré con una muchacha que estaba llenando un jarro con agua. La pedí que Me ayudara a apagar Mi sed, y Me permitió… Sentí una llama que Me envolvió, y la ternura llenó Mis manos, y Mis labios empezaron a hablar en versos. Su risa jubilosa se parecía a un arroyo murmurando; su figura era la personificación de la gracia. Sus ojos, con las pestañas espesas largas, ocultaban las profundidades de la ternura. Cuando sus pestañas se levantaban y desnudaban por un momento su mirada, vi el brillo de las estrellas en su profundidad. Yo toqué su mano. La llama del amor, que se encendió en Mí, iluminó con sonroseo sus mejillas. Sus labios se abrieron hacia el sentimiento que cautivó a ambos.

»¡Yo agradecía a Alá por este amor! ¡Conocí la grandeza del amor entre dos personas!

»Nos casamos y estábamos felices.

»Tiempo pasaba. Me hice con una casa. Mi vida se llenaba cada vez más de las preocupaciones “terrenales”, y cada vez menos tiempo quedaba para Dios.

»Obtuve dos esposas más, como es de costumbre en el este. Un poco más y Mi vida hubiera sido sometida completamente a las necesidades terrenales.

»Entonces Alá Me envió una enfermedad. La muerte miraba en Mis ojos y decía que Yo no había cumplido lo que puse como el propósito de Mi vida cuando decidí ir —con Alá en Mi corazón— a las personas después de terminar el madraza.

»Comencé a darme cuenta de las verdades sobre el monasticismo. ¡Comprendí que el servidor de Alá siempre debe ser vuelto con el alma, es decir, con su atención y aspiración, hacia Alá, para conocerle! ¡Y vi que había comprendido esto demasiado tarde!

»Me enviaron a un sanador famoso en una camilla, pero nuestra caravana fue atacada por los beduinos bélicos. Ellos Me consideraron muerto y por eso no Me mataron, pero mataron a todos los demás.

»Un hindú que viajaba con otra caravana Me recogió. Él Me trajo, medio-muerto, a un pueblo cercano y se quedó Conmigo durante algún tiempo. Me sanó parcialmente y luego empezó a enseñarme el conocimiento sobre el organismo humano, sobre los chakras y meridianos. Me enseñó los elementos de la meditación, el trabajo con la conciencia. De él, escuché por primera vez sobre la ética de la nutrición vegetariana.

»En la niñez Yo no usaba los cuerpos de los animales muertos para la comida, porque Me sentía pena por ellos. Sin embargo, más tarde violé este principio, y esto causó Mi enfermedad seria.

»Me di cuenta de Mis errores, y el arrepentimiento limpió el alma. Y los métodos que el hindú Me había enseñado permitieron continuar con la curación del cuerpo.

»El hindú se había ido antes de que Me recuperase. Y dijo que Yo ciertamente lograría todo por Mí Mismo y que el gran servicio a Dios Me esperaría en el futuro.

»¡Y luego Alá llenó de Él todos los días de Mi vida recobrada, la vida con Él!

»¡Me permitieron tocar de nuevo la Luz que sentía en cierto tiempo en Mí como la presencia de Alá! ¡Me permitieron tocar esta Luz ahora, más allá de los límites del cuerpo, en aquella Profundidad de la multidimensionalidad donde Él vive!

»Luego fue fácil. Luego Alá podía guiarme: ¡ahora Yo escuchaba y percibía Su Voluntad muy claramente!

»¡Me sumergía en Sus Profundidades dentro de Su Gran Silencio! ¡Estaba conociéndolo!

»¡Ahora vi a Él, a Mi Querido, con claridad!

»¡Los brazos del alma tocaron Su Luz, y Su Resplandor se volvía más brillante en Mí!

»—¡Entra en Mí, sumérgete más profundamente en el Océano de Mi Luz! ¡Lo que experimentas ahora es solamente Mi superficie, entra más profundamente en Mí! —Él decía.

»¡Y Yo, lleno de veneración, Me sumergía en Él, y Él Me abrazaba! ¡Nos unimos! ¡Yo estaba en Él y Él estaba en Mí! ¡Éramos Uno Solo!

»—¡Oh Alá, Oh Mi Señor! ¿Cómo puede ser que Me uno Contigo, y no Me quemo por completo con el amor que Me sobrellena? ¿Cómo puede ser que sumerjo Mis brazos en Tus Profundidades para abrazarte? ¿Cómo puede ser que Mis ojos del alma ven Tu Luz, y Yo sigo estando vivo? —preguntaba Yo en el éxtasis de amor.

»—¡Ahora sabes perfectamente que Yo existo! ¡Y tú eres Mi amado! ¡A aquel que Me ama así, Yo le dejo entrar en Mis Profundidades! ¡Yo vivo en él, y él vive en Mí! —contestaba Él.

»Desde aquel entonces, Yo no hacía nada sin Él. ¡Él estaba en Mí y se manifestaba en todo, llenando todo de Él Mismo!

»Yo empecé a crear métodos y a enseñar a las personas para que ellas también pudieran acercarse a Él y conocerle. Lo hacía sintetizando todo lo mejor que había aprendido en el transcurso de Mi vida. Éstos eran los métodos del Camino Recto, indicado por Alá. Yo tenía varios discípulos que aspiraban al conocimiento de lo Supremo. Mis Enseñanzas se extendían cada vez más. Entre Mis discípulos había jóvenes y hombres maduros. Su número iba creciendo.

—Cuéntanos, por favor, ¿cómo enseñabas a Tus discípulos a trabajar con los chakras?

—Ustedes conocen muy bien estos métodos. Pero vale la pena examinarlo una vez más, puesto que existe una gran confusión en las mentes de las personas con respecto a este tema.

»En total hay siete chakras. Los chakras de una persona que evoluciona correctamente —una persona sana y armoniosa— están desarrollados y llenos de la energía pura y clara. Por el contrario, las personas débiles, enfermas o aquellas que viven en el vicio tienen chakras poco desarrollados, o bien, los tienen desarrollados, pero llenos de energías oscuras y groseras.

»Los chakras son puestos por el Creador en el organismo humano. En éstos, en particular, se originan las emociones. Los chakras son reguladores de la actividad de la conciencia dentro del cuerpo. También son las entradas en las profundidades del universo multidimensional. Sin embargo, para entrar en los mundos sutiles, hay que limpiar y desarrollar todos los chakras y también llenarlos de la luz pura y sutil. Aquel que va a realizar este trabajo debe seguir necesariamente una alimentación vegetariana y trabajar de un modo activo en su auto-transformación ética.

»El más importante de todos los chakras siempre fue y será el anahata. Justamente con este chakra hay que empezar el auto-desarrollo.

»La Luz de Alá entra en las almas humanas solamente a través de los chakras limpios y desarrollados.

»¡Hay sólo siete notas, sin embargo, no hay fin para las composiciones musicales bellas! ¡Hay sólo siete chakras, pero qué riqueza de varios estados sutilísimos puede producir la Luz de Alá al entrar en los chakras!

»Alá, como un Gran Músico, puede tocar la Divina melodía de Amor usando el organismo humano, un “instrumento” creado por Él. No obstante, para que esta Divina melodía comience a fluir, “el instrumento” debe encontrarse en buen estado.

»Bueno, continuaré con Mi historia.

»Una vez envié a uno de Mis discípulos a Mi casa anterior para averiguar sobre el destino de Mis esposas. Él regresó y Me dijo que cuando las esposas llegaron a saber sobre Mi muerte, las dos se casaron de nuevo, pero Mi primera amada se fue a buscarme y desde entonces nadie supo nada de ella.

»Yo viajaba y enseñaba mucho. Luego en un oasis fue fundado el centro de la Escuela. Mis discípulos iban a varias partes del mundo, regalando a las personas el Camino hacia Alá, iluminado con Su Amor.

»Una vez un hombre, que soñaba con estudiar, llegó a Mí. Y cuando alzó sus pestañas largas, en la profundidad de sus ojos las estrellas conocidas se encendieron y miraron a Mí. Yo la reconocí, a Mi primera amada.

»—¡Yo sabía que Alá me traería a Ti! —narraba ella—. Él me dijo que cuando yo empezara a buscarlo a Él, te encontraría también. ¡Yo pensé que esto pasaría después de la muerte, cuando Alá permite a las almas enamoradas encontrarse en el paraíso! ¡Oh qué omnipotente es nuestro Señor! ¡No me atrevía ni a suponer que Te vería antes de la muerte! Permíteme quedarme y aprender lo que enseñas!

»¡Mi alegría fue grande! ¡La intención de Alá fue maravillosa! Le pedí cambiarse sus ropas de hombre, ¡pues Alá nunca prohibía a las mujeres conocer Su Amor!

»Ella se hizo Mi primera discípula. ¡Y conoció a Alá en toda la plenitud!

»Ella escribía versos maravillosos dedicados al Gran Amado y ayudó a muchas personas a comprender que Dios deja acercársele a Él no según el sexo del cuerpo de la persona, sino según la aspiración del corazón. Y los corazones de mujeres, con su ternura natural y sutileza, son capaces de acercarse al Amado Celestial y unirse con Él aun más rápidamente que los corazones de los hombres. ¡Y cruzando el umbral de Su Amor, que desvuelve a todos, los hombres y las mujeres se vuelven igualmente Uno con Él!

»No doy aquí ni Mi nombre ni de Ella, para que nadie, de aquellos que adoran solamente a los nombres, empiece a rendir culto a Nuestros nombres.

—¿Qué Te gustaría comunicar a las personas a través de nosotros?

—¡Dios está dispuesto a hablar en el alma de cada uno! ¡Y cada uno entonces puede y debe escuchar!

»Sin embargo, Dios empieza a hablar siempre y cuando estén abiertas las “orejas” del corazón espiritual, en lugar de las orejas en la cabeza.

 

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